espiritual del Salvador fue infinitamente mayor y más importante que su tortura física, aunque esta fue terrible también. Sobre todo cuando describamos el Calvario, hemos de ser como el Salvador mismo, que contempló estos sufrimientos en perspectiva. Estuvo dispuesto a soportarlos porque sabía que agradaría a su Padre y cumpliría su deseo: la salvación de su pueblo. Recuerda que el Señor “por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio” (Hebreos 12:2).
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